PEARL JAM: Dark Matter

PEARL JAM: Dark Matter (Monkeywrench/Republic-Universal)

Parece como si el productor Andrew Watt tuviese la receta para hacer que las grandes bandas de rock que han existido durante décadas vuelvan a sonar frescas. Evidentemente, se le puede llamar talento. El otoño pasado consiguió que The Rolling Stones volvieran a sonar como nadie esperaba ya de ellos con Hackney Diamonds, y parece haber hecho ahora lo propio con Pearl Jam. Porque en su duodécimo álbum Dark Matter parece haber sacado lo mejor de Eddie Vedder y compañía cuando todo apuntaba simplemente a otro día en la oficina.

Puede que el material de Dark Matter no sea innovador. Su anterior disco, Gigaton (2020), era seguramente más sorprendente, pero sonaba un tanto forzado aquí y allá como para ser recordado entre sus mejores logros, mientras que Lightning Bolt, de 2013, era un trabajo de grunge sencillo y excesivo. Aquí hay más equilibrio, ayudado por un conjunto de canciones más inspirado. Con el tema de apertura, “Scared of Fear”, se puede sentir la urgencia de una banda que quiere demostrar su valía nuevamente. En los temas más rabiosos y punk como “React, Respond” o “Running”, Pearl Jam suena tan sucio como en los años 90, aunque con una producción más apta para todos los públicos.

El sonido de aquella década no les queda nada lejos. “Wreckage” contiene un guiño al folk rock de los R.E.M. de entonces, con unos coros que recuerdan especialmente a “Learning to Fly” de Tom Petty. No faltan los medios tiempos perfectos para los estadios, con “Upper Hand”, “Waiting for Stevie” y “Setting Sun”, recordando otras canciones suyas como “Black” o “Daughter” o el tema de Eddie Vedder en solitario “Hard Sun”.

Pearl Jam ya no tiene que demostrar su valía y aquí recurren a lo que ya tiene bien asimilado, cierto, pero Andrew Watt consigue aportarle una frescura un tanto inesperada a estas alturas. Queda claro que el álbum fue grabado en poco tiempo, lo que hace que la banda suene más lozana y espontánea que en sus anteriores álbumes, convirtiéndose en su mejor entrega desde Yield (1998).

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